
Una panda de amigos, un equipo que no es digno de la Champions ha sido capaz de meter el miedo al Real Madrid de los fichajes millonarios. El FC Zurich, en su estreno en la fase final de la máxima competición continental, ni se creía lo que estaba sucediendo en el escenario de las exhibiciones de Bekekle, Gebreselassie y compañía. Los jugadores del equipo suizo miraban el marcador y tenían que pellizcarse para dar fe del 2-3 que reflejaba mediada la segunda mitad. El pobre Zurich tenía al todopoderoso Real Madrid al alcance de la mano; Casillas sufría y veía como el campeón suizo era capaz de llevar peligro cuando se daban por muertos. El mundo al revés. Y todo tras el 0-3 del primer tiempo, que dejaba una sensación de convertirse en goleada histórica lejos del Bernabéu, lo lógico viendo lo flojito del tal Zurich.
El problema se originó cuando alguno de los que vestían de negro se creyeron que ya estaba todo hecho y dejaron de hacer lo que saben y lo que mostraron en la primera mitad: jugar al fútbol. Pues bien, las protestas, las exhibiciones gratuitas y, sobre todo, cierta desidia llevó al Real Madrid a sufrir hasta el minuto 89, momento en el que el colega de Ronaldo, que hizo las veces de portero por decir algo, decidió premiar al portugués con el cuarto gol. Cristiano demostró que tiene potencia, fuerza, calidad, pero que también tiene un repertorio de gestos que son totalmente prescindibles. El quinto gol sirvió para que Guti se reivindicara, pero el miedo ya había ocupado el cuerpo de los madridistas. ¿Qué hubiera pasado si el rival hubiera sido de los de verdad, de los candidatos al título? Pues sufrir, sufrir y sufrir porque en esta competición un día tonto te manda a la calle. No hay que olvidar que la final de la en su día llamada Copa de Europa es en el Bernabéu. A la clase dirigente no le gustó ese paréntesis de soberbia, que la gran pegada del equipo de Pellegrini salvo ‘in extremis’. No quieren sustos. Ni Florentino Pérez tampoco disfrutó con lo que vio por la tele desde Madrid, ocupado en la asamblea del próximo domingo.
Tras ver el partido y comprobar el nivel del Zurich, la pregunta que hay que trasladar a Platini es si no sería más lógico crear de una vez una Super Liga Europea para evitar bodrios de equipos como el suizo, el Urinea rumano rival del Sevilla, el Debreceni o el mismo Apoel Nicosia. El presidente de la UEFA pretende que la fase final de la Champions llegue a cualquier país europeo, pero lo cierto es que rompe el equilibrio y deja partidos impropios de estar dentro de la Liga de Campeones.
En el mundo del fútbol muchas veces se ha dicho que una plantilla, que un grupo de futbolistas se ha conjurado para echar a un determinado entrenador por la nula relación existente entre uno y otros. En el Atlético habría que preguntar a los jugadores que es lo que buscan con partidos como el vivido ante el Apoel de Nicosia. ¿Qué quieren? ¿Echar al presidente y a los propietarios del club? Me da que lo llevan claro, pero lo cierto es que la sensación que dejan los rojiblancos está siendo patética. Los dirigentes están contribuyendo con unas decisiones y actuaciones que fomentan el mal rollo, pero los jugadores tampoco están demostrando estar a la altura de una afición que no se merece lo que tiene ni está viviendo. El Atlético era un grande, pero ha dejado de serlo y todo por sus jefes, los que mandan. El problema es que los jugadores se están sumando a esa mediocridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario